Dicen que toda carta de venta tiene que empezar con un titular.
Uno que te enganche, que te atrape y te haga seguir leyendo.

Esto puede que sea cierto, es más hay mucho de cierto pero en esta carta no hay ningún titular.

Tampoco uno oferta por ser tu, ni porque tenga muchas ganas de ayudarte, ni una promesa para hacer tu vida más feliz.

Tu y yo somos desconocidos y te hablare con respecto.

Con el mismo respeto que si nos conociéramos y fuéramos amigos o al menos nos cayéramos bien y pudiéramos tener una conversación.

Si te fijas, es posible que encuentres algunas faltas de ortografía, y debes saber que eso no me preocupa. Quiero decir, si a ti te preocupa, a mí no me preocupa. Y si a ti no te preocupa, pues da igual.

En esta carta hay una historia real.
De una mujer que llegó a la selva buscando transformación.
Yo le mostré la selva, el fuego, el miedo, el juego, los árboles.
Y entre todo eso… el baile.

Si entiendes esta historia al margen de que busques algo distinto, es casi seguro que te ayuda a dejar de estar partido en dos.

Pero antes debo ponerte en situación.

Mira,
hay dos tipos de artistas: las que no piden permiso y las demás. Los que no piden permiso son capaces de transformar su vida con el arte, el baile o algo que los inspire.

Solo te compensa ser alguno de los primeros.
No tengo la menor idea si sabría distinguirlos pero es muy fácil si te pongo un ejemplo.

Un artista de catálogo que pide permiso, que cree el arte está en las fotos de Instagram, si quiere vender una obra diría: “Una pieza pensada para acompañar tu espacio, fácil de integrar, con un concepto claro y una estética que funciona en cualquier ambiente”. Suena lindo, ¿no? Todo pulido, todo seguro.

Un artista de verdad diría: “Esta obra no fue creada para encajar.
Está hecha para que, dentro de seis meses, sigas pasando delante de ella y todavía no sepas por qué no la quitaste.”.

En fin, muy agresivo para la gente que tiene muchos valores de colores.

Ya me entiendes.

La gente, normalmente, cuando quiere adquirir piezas de arte: observan la consistencia del artista, piensan en el tiempo no en la moda. Lo que hacen es una ruta de investigación, entonces miran videos aburridos que no sirven de nada con:
“Cómo saber si una obra es para ti o solo te gusta” o “las 10 claves para invertir en arte sin equivocarte”, quizá esa sea de las tonterías más grandes que puedas hacer antes de adquirir una obra.

El arte se experiencia.

Sentir el calor del fuego y la arena del mar en tu piel, mientras bailas en la selva, o la adrenalina de una inmersión en hielo que te quita el aliento, o la oscuridad de un cenote con cueva que te rodea como si estuvieras solo tu en este mundo… eso sí mueve a alguien.

Eso no te transforma pero remueve el terreno.

Pero muchos expertos del arte son como pastillas humanos contra el insomnio:
“Las 12 obras de arte más persuasivos y coloridos”
“Esto no es para ti si tu madre te abandono en una gasolinera y no estas dispuesto a salir de tu zona de confort”.

Pues muy bien, en este punto de la lectura ya me deberías estar entendiendo

Quiero decir que si no sabes de lo que hablo y has aterrizado por casualidad no deberías comprar ninguna obra, la mía tampoco.

De momento, no te lo aconsejo.
Aunque, claro, puedes hacer con esta información lo que quieras.

Pero si muestras algo al mundo (una obra, una práctica, una forma de estar) una cosa es muy importante saber: la gente no actúa por lo que escucha, sino por lo que visualiza en su cabeza.

Esto es un concepto y es clave para que tu vida vuelva a sentirse verdadera. C.L.A.V.E.

No hay duda al respecto.
La visión en la cabeza es la que cambia el estado de animo.
No son los precios, ni la competencia, ni el color de las paredes. Es como comuniques, como lo vendas.

A ver…
Es mucho más importante parecer bueno que serlo.

Y antes de que te indignes y quieras acampar en la puerta de mi casa, hay una cosa que no admite discusión.
Si eres un profesional competente y no eres capaz de parecerlo, estas jodido.
Si eres un profesional competente y eres capaz de parecerlo, ganas dinero.

Todo en orden.
Si no eres un profesional competente y no eres capaz de parecerlo, prepara una tumba.
Si no eres un profesional competente y eres capaz de parecerlo, o eres un estafador o eres un genio o las dos cosas.
Pero parecer competente es imprescindible, serlo es lo adecuado.
Pero podrías vivir muy bien sin serlo, pero sin parecerlo, lo dudo mucho.

Y como no se lo que pides tu para trabajar con alguien te voy a decir lo que pido yo.

Pido dos cosas.

La primera cosa es que me gusta la gente que tiene huevos, eso vale para los miembros y para las miembras. Lo digo por si hay un logotomisado de guardia.

No trabajo con gente que no cree en lo que hace y como lo hace. Ni los que lloriqueen en las esquinas queriendo justificar la obra, o lo costoso, o que no tengo tiempo o payasadas de esas. Esto es un negocio no la guardería, ósea tienes que tener huevos.

Y una cabeza propia y no en alquiler.

La segunda cosa es “que entiendas esta breve historia” lo que te contaba al principio de la mujer que llego a la selva.

Cuando era niño conocí a una chica muy guapa.
Espera, no te pierdas… no es una historia de amor…

Esta niña era la mas guapa de la escuela, y muchos niños estaban detrás de ella. Resulta que me enamore de ella y fue mi novia de la infancia… ya sabes: manitos sudadas, risas y coqueteo…

Tal vez te ha pasado…

El caso es que años después que no sabía nada de esta chica, ahora mujer me escribe un mensaje: - Estoy buscando algo… he probado algunas cosas, dijo, pero requiero algo diferente, algo fuerte.

Ella había visto que en la selva donde yo vivía con el abuelo chaman había fuego, baile y movimiento y eso le llamo la atención. Estaba en un momento raro de su vida, requería un cambio potente y urgente.

- ¿Qué te parece si pruebas mover tu cuerpo, tu alma, tu vida? le dije.
- ¿Cómo hago eso?
- Ven a la selva!

Y fue así como llego conmigo.
Llego rota, pero con una coraza muy fuerte de mujer que lo puede todo, que creció profesionalmente y ha progresado en su vida.

Yo le mostré mi mundo: la selva que respira, el fuego que quema y transforma, el juego salvaje en los árboles, la oscuridad de los cenotes, atravesar el miedo que te hace sentir viva… y entre todo eso, el baile.

Al principio le importaba un carajo. Veía al baile como un extra, algo que estaba ahí y era divertido, pero no era lo suyo.

Y aun así, volvía. Cada año, dos veces o más. Buscaba transformación en los rituales, en las experiencias extremas, en el mundo… pero no en el baile.

Hasta que un día, empezó a bailar.
Primero titubeante, luego con más cuerpo, más energía, más vida. Cada clase la cambió un poco. Cada práctica, cada música, cada giro, cada competencia… la transformaba.

La relación su cuerpo cambió. La relación consigo misma cambió. Su manera de caminar, de mirar, de sentir… cambió.

El baile le enseñó algo que ninguna ceremonia, retiro ni experiencia extrema podía enseñarle: que la transformación no está afuera, está en como eliges moverte dentro del caos.

Ok, es muy importante entender esta historia para poder sentir algo de nuevo.
Hay que aprender una lección mía, y una lección de la mujer que llego a la selva.

La lección que hay que aprender de la mujer, es que hay que ser mucho más empático. No con palabras, sino saliendo de tu cabeza y mirando de verdad qué está sintiendo el otro.

Hay que sentir que esta pasando dentro de uno mismo pero poder ver y sentir a las personas a tu alrededor.

Ella llegó a la selva buscando un cambio. Venía rota por dentro, con hambre de conexión, de sentir algo que no viniera en frascos de “autoayuda”. Yo le mostré el fuego, el juego, la oscuridad…
y el baile.

Pero al principio el baile le daba igual.
Le interesaba más la ceremonia, el temazcal, las pruebas extremas.
Quería enfrentarse a todo, menos a ella misma.
No salir de tu cabeza es estúpido.

Eso mata la conexión, mata la vida.
Tus motivos no le importan a nadie.
Importan las del otro, del que te acompaña.

¿Y qué lección aprendí yo de todo esto?

La misma que me enseñó la selva:
la autoridad no se discute. Se siente.

El fuego no negocia.
La oscuridad no pregunta si estás lista.
Solo te muestra quién eres.

Y en este tipo de experiencias, eso no se apuesta, no se debate. Yo no hago descuentos emocionales ni obras de catálogo.

Aquí vienes a entregarte o no vengas.

Porque cuando lideras un grupo, cuando invitas a alguien a cruzar el fuego contigo,
debes dejar claro que no eres un instructor,
eres un guía, un líder, un espejo.

Y la gente no compra actividades, ni retiros, ni obras.
Compra presencia. Liderazgo. Belleza.

Por eso, si decides adquirir esta obra, te lo dejo claro desde ya:
voy a llevarte al límite.
Voy a observarte, leerte, y exigirte que te mires a ti mismo sin filtros.
Y si después de todo eso solo vienes para tomarte una foto bonita para Instagram, por ponerte un ejemplo.

No cuentes conmigo.

Porque las personas comunes buscan obras bonitas.
Pero las personas que de verdad quieren volver a sentir el mundo,
siguen a quienes saben encender el fuego… y sostenerlo.

Y los líderes no son desesperados, ni persiguen clientes.
Entonces es importante que sepas que yo no soy un artista al que puedas encargarle una obra, al que atiendas 15 minutos al mes, y al que puedas ningunear.

No funciona así.

Me harás caso.
Y si haces cambios en la forma de adquirir la obra, me lo deberás comunicar.

Puedes pensar que digo esto porque soy artista, pero las experiencias verdaderas, son absolutamente claves para que transformes tu vida.

No solo para que tengas un recuerdo bonito en tus redes sociales.

Y me elijas a mí o elijas a otro, debe ser muy bueno.
Porque lo contrario, estarás dejando mucho dinero en el camino.

Y aunque sea tu vida, debes tener claro que mi negocio y mi prestigio dependen de que tengas resultados.
Y si vas a contratar a un profesional para que camine contigo en una tarea tan importante, debes respetar su criterio.

Y si no estás de acuerdo, pues hazlo tú.

Si yo mañana contrato a un tipo para arreglar el piso de mi casa, no le digo cómo tiene que poner cada baldosa, aunque sepa utilizarla, porque no se arreglarla.

Si tú contratas a un artista o confías en él… o no lo contrates.

Bueno, quizá te estés llevando una imagen arrogante de mí.
Puede que a veces sea un poco eso.
Pero me tengo por una persona educada, con una profunda capacidad de escucha.
Pero que tiene una obsesión sana y que tiene mucha gente.

No me gusta perder el tiempo.

Entonces debes saber que si me vas a comprar mi obra no es barato y que ademas me harás caso. Contratarme cada día será menos barato y más difícil y en poco tiempo no habrá posibilidad ninguna.

Y también debes saber que para reservar esta obra conmigo deberás pagar un 50%.

Luego tendremos una reunión, y justo después —sin que haya comenzado la experiencia— deberás cubrir el resto.

No reservo una obra sin cobrar. Nunca. A nadie.

Y sí, yo soy de los que, si contrata un profesional no tengo problema en pagar por adelantado.
Y no solo eso: si tú vendes algo, y lo vives con la misma entrega que pido aquí, es muy probable que tampoco tengas que perseguir a nadie, ni preocuparte por si te pagarán o no.

Esto hay gente que lo entiende… y gente que no.
No hace falta discutirlo.
Pero no es negociable.
Solo trabajo con quienes lo entienden.

Dicho esto,
si te interesa pedir información, deberás rellenar los campos de aquí abajo. Con interés.
Me pondré en contacto contigo, aunque no esté interesado que compres mi obra.